Las personas con discapacidad, especialmente las jóvenes, encuentran muchas barreras al momento de querer ejercer y disfrutar de su vida sexual.
Por un lado, aquellas que generan e instalan imágenes estereotipadas, y por otro, las que limitan el acceso a información que permita vivir su sexualidad de manera responsable y segura.
Probablemente has oído decir que “Son niños eternos” o que “No tienen deseos” o bien, que sus condiciones físicas “les impiden tener una vida sexual plena”.
La realidad es que el temor y desconocimiento conduce a que las familias, e incluso a las mismas personas con discapacidad, no se informen por estos temas tan importantes.
Esta situación se agrava cuando desde los sistemas de salud no se garantiza la asistencia y orientación necesaria para que las personas que consultan se sientan seguras. O bien, cuando la información no es clara, de calidad o accesible para cualquiera.